martes, 13 de agosto de 2013

Dejá de dar vueltas,
Y venime a buscar,
Invítame un trago
Y sacame a bailar
Que esta noche, nene,
No quiero dormir sola.
Mezclo las cartas,
Reparto de nuevo,
Las tiro en la mesa
Y te digo “quiero”.
Dejá de dar vueltas
Y venime a buscar,
Que esta noche, nene,
No quiero jugar,
Dejá atrás la histeria
De chico de ciudad,
Invítame un trago
Y sacame a bailar…
El rock’n roll ya no me asusta,
Por hoy sólo quiero disfrutar,
Sentarme en la barra y tomar una copa más,
Mirarte a los ojos, invitarte a pasear,
Y que la música nos lleve,
Donde nos quiera llevar.
Dejá de dar vueltas,
Y venime a buscar,
Invítame un trago
Y sacame a bailar
Que esta noche, nene,
No quiero dormir sola.

lunes, 5 de agosto de 2013

Tristes ficciones

Male era una chica linda, con una voz melodiosa y el sueño de vivir en La Capital y alcanzar la fama.
Soñadora, intrépida y atolondrada, un día sin pensar demasiado, preparó su bolso y partió hacia lo que supuso que era su destino.
Tenía un poco de plata ahorrada, y al llegar se alquiló una habitación en una casa de Balvanera, y comenzó su búsqueda. Lo único que logró fue comenzar a trabajar de noche en un bar de Congreso, los fines de semana, por $100 más propinas.
Lo que ganaba en el bar no le alcanzaba, y no quiso buscar otras alternativas, porque siempre había sido una chica decente.
Así fue que entró a trabajar en la fábrica, donde lo conoció a Miguel.
Miguel era un muchacho sencillo, callado. Male pensaba que detrás de su silencio se escondían pensamientos profundos. Con el tiempo se dio cuenta de que los silencios sólo son silencios, y que mayormente no significan nada más.
Male pasaba 11 horas por día en la fábrica de lunes a viernes, y los fines de semana seguía con su trabajo en el bar. Los primeros días en la fábrica, los nudillos de sus manos sangraban, y llegaba a su habitación, con sus sueños hechos trizas y las lágrimas mojando sus mejillas.
Después de unas cuantas semanas sus nudillos dejaron de sangrar, gracias a los callos que se le formaron; sus sueños de cantante se fueron desvaneciendo, y se encontró sola y vulnerable y cerca, muy cerca, de Miguel.
Hacer el amor con él tampoco fue lo que había imaginado, pero se fue acostumbrando a esa forma de amor apacible y monótona tan alejada de todas sus fantasías.
A los meses de empezar a estar juntos quedó embarazada, y se mudó a vivir con él a una casita de Villa Soldati.
Manuel nació y fue un niño encantador, y Male volcó todos sus sueños frustrados en la vida de su pequeño.
Un día Miguel se enteró de que algunos de sus vecinos se estaban organizando con la "ayuda" de algunos punteros, para ir a tomar unos terrenos en una zona más linda. Lo convencieron de ir, de que sólo había que resistir un poco y el lugar iba a ser para ellos. Miguel sabía que vivir en un lugar mejor iba a hacer feliz a Male.
Una represión terrible se vivió esa noche, y unas cuantas balas acabaron con los sueños de un puñado de personas.
Miguel nunca más volvió a su casa... nunca más... y Male... nunca más volvió a cantar...